La Vía Media (Chu-Do)

La Vía del Medio fue enunciada por Buddha en su primer discurso sobre las Cuatro Nobles Verdades, tal y como cita Audrey Seo en The Zen Character:

Los ignorantes practican austeridades; los hedonistas gratifican sus sentidos. Ni un método ni otro nos libera, los extremos están equivocados; sus vías, erradas.

La devoción de un cuerpo agotado por más prácticas ascéticas solo cargan de confusión a la mente.

Complacerse en los placeres tampoco es mejor; así solamente nos volvemos más necios, obstruimos el camino a la sabiduría.”

Desde siempre, esta idea de ni tanto ni tan poco, de alejarse de los extremos, está presente en nuestra cultura occidental y viene a ser, afortunadamente, el epíteto intercultural de la sabiduría.

Nagarjuna, en los primeros siglos de nuestra era, elevó a la enésima potencia el alcance metafísico y epistemológico de esta enseñanza y se sirvió de ella para deconstruir y barrer todo un andamiaje de teorías artificiales sobre la naturaleza de la mente y la realidad, que abarrotaban la enseñanza del Buddha en su época. Los tibetanos le consideran un segundo Buddha y sin duda su enseñanza renovó la profundidad del pensamiento budista, limpiando de impurezas la piscina de ideas y devolviendo el reflejo puro de un agua limpia y calma.

Su escuela, en la cual Ayadeva fue otro maestro también importante, se conoce como La Escuela de la Vía Media (Madhyamaka) y es en ella donde se comienzan a ver trazos claramente reconocibles de la filosofía (o ausencia de filosofía) propia del Zen.

Esta deconstrucción y casi demolición de ideas (de la forma más discursiva y respetuosa posible, ya que respeto es otorgar a una idea el examen que merece cualquier otra – “Se respeta a la gente, no a las ideas” decía el escritor español Sánchez Ferlosio) enfiló especialmente en su mirilla el concepto de naturaleza intrínseca (svabhana). En sus discursos, poemas, cartas y diálogos, Nagarjuna examina con detalle todo aquello a lo que se le presupone una existencia independiente, demuestra que todo está interconectado, que todo es interdependiente de todo lo demás.

Nagarjuna llega incluso a explicar que él no tiene ninguna postura al respecto de nada: ‘Yo en realidad no tengo ninguna tesis’, dice Nagarjuna en el Vigrdhavyavartani, ‘no niego nada’. Entre una opinión y la contraria, Nagarjuna habita un espacio indeterminado y libre.  Está liberado de puntos de vista o dogmas (drsti), camina en todo momento la Vía Media.

En cierta ocasión, un oponente dialéctico trata de arrancar de Nagarjuna que la existencia real de algo, es decir, al menos de sus propias palabras y argumentos – de otra forma no podría refutar nada. Nagarjuna no acepta ni siquiera la realidad de sus argumentos y los compara a un sueño poniendo fin a otro sueño.

Cuando leí el Abandono de la Discusión de Nagarjuna en mi último año de carrera, sentí, incluso en su traducción, no solo la maestría de argumentación de un Sócrates, sino también la calma irradiante de quién conoce una verdad más allá de su formulación, pero que no tiene problema en utilizar palabras si estas ayudan a despertar fuera de ellas.

Buddha utiliza la imagen de una barca, de la que nos servimos para cruzar un río, pero que no cargamos a lomos al llegar a la otra orilla. En el siglo XX, el filósofo alemán Ludwig Wittgenstein habló de una escalera:

Mis proposiciones sirven como elucidaciones en el siguiente sentido: cualquiera que me entienda, eventualmente las reconocerá como un sinsentido, cuando las ha usado –como escalones– para subir más allá de ellas. (Él debe, por así decirlo, tirar la escalera después de que la ha escalado.) Debe trascender esas proposiciones, y entonces verá el mundo de manera adecuada.

En tiempos polarizados, en los que personas de todo tipo de ideología se atrinchera en sus ideas, se comunica a través del insulto y considera a cuantos le rodean como ignorantes y peligrosos extremistas, las enseñanzas de Nagarjuna, que nos invitan a hacer examen propio, a tratar de soltar cuanto más equipaje mejor, para actuar de manera justa y atendiendo a la realidad tal y como se presenta, son de un gran valor para la humanidad.

A propósito de esta verdad más allá de las palabras y del cultivo de la ecuanimidad necesaria para realizar esta Vía Media en nuestra vida, Daizan también resalta en The Zen Character, el componente físico y energético de las enseñanzas de Shinzan Roshi:

Hay una vía del medio o camino del medio discurriendo en el mismo centro de tu ser y hay una conexión íntima entre tu energía y tu estado de consciencia. A lo largo de los siglos generaciones de meditadores han explorado esto. Puedes cambiar tu conciencia cambiando tu energía, y viceversa.”  

Precisamente, el primer caligrama, chu – medio – pareciera dibujar esta línea central en nuestro cuerpo.

A veces no basta con saber la verdad, hay que cultivarla en la mente y el cuerpo. Esta línea central del cuerpo es la que en nuestra práctica sirve como elemento estabilizador. En ella nos anclamos y vivimos la verdad desde la ecuanimidad.

Abajo, el carácter para “camino”, do, bellísimamente perfilado, pareciera un barco, o un caracol en ruta.

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